APOSTASÍA
El derecho de los peruanos no católicos a librarnos de la Iglesia
La Iglesia Católica y las jurisdicciones y comunidades religiosas que la integran continuarán gozando de las exoneraciones y beneficios tributarios y franquicias que les otorgan las leyes y normas legales vigentes.
Millones de peruanos hemos sido bautizados de pequeños. Las razones son diversas: costumbre familiar, presión social, miedo a que el niño se vaya al purgatorio o al infierno y -pocas veces- fe sólida de los padres. Sin embargo, en todos los casos, este aparente ritual inofensivo tiene un trasfondo “diabólico”, además de ser una imposición a quienes no tienen la edad de decidir por su cuenta.
Pero ¿qué implicancias tiene este ritual en la política? La Iglesia católica se precia de ser no solo mayoritaria, sino inmensamente mayoritaria en el Perú. Y es cierto, pero solo en cifras. Miles y miles de personas que figuran como bautizadas -incluyéndome- son utilizadas para sustentar ante el Estado que la Iglesia tiene poder real en el Perú. Gracias a esos números fantasma, la Iglesia logra presionar al gobierno para que este se someta a sus caprichos y legisle según lo que el dios católico “opina”.
Gracias a esos números, el Estado se encuentra atado de manos y pies con el Concordato firmado entre el Perú y el Vaticano http://apuntesperuanos.com/concordato-iglesia-catolica-peru/. Gracias a ese tratado entre Estados, el Perú otorga beneficios inconcebibles a la Iglesia Católica: Exención de impuestos, subvención de obras de “caridad” y reparaciones de iglesias, sueldo de ministros a los obispos (sí, Cipriani gana lo mismo que un ministro), sueldo de muchos funcionarios eclesiales (incluyendo a personal de limpieza, choferes y organistas), sueldo de profesores de religión designados por la Iglesia, imposición del curso de religión católica en los colegios públicos, etc. Y todo esto se paga con el dinero de católicos y no católicos.
Todos los años, el Perú destina más de 2 millones de soles a la Iglesia, además de otras donaciones y exenciones tributarias. Esto solo continuará siendo posible si la Iglesia presiona al Estado con las falsas cifras que utiliza como arma.
Reconozco a los evangélicos, testigos de Jehová y fieles no católicos -aunque no comparta sus creencias- la capacidad que tienen para realizar sus obras y financiar la construcción y restauración de sus templos sin recurrir al dinero de todos. De eso se trata el Estado Laico: cada persona adulta decide si desea dar su dinero para financiar sus creencias. Todos tenemos el derecho de donar lo que se nos antoje para los fines que creamos convenientes, pero nadie debe ser asaltado por ninguna religión. Y repito: asaltado, porque se trata de un financiamiento involuntario y obligatorio que no nos beneficia en nada y atenta contra nuestros derechos.
Si los católicos quieren pagar un sueldo de ministro a Cipriani, que los paguen ellos, o en su defecto, el país al que pertenecen los Obispos: el Vaticano. Los Obispos son funcionarios públicos del Estado vaticano. Es al Vaticano a quien rinden cuenta de sus actos y es el Vaticano el que los ampara y dicta las normas que deben ser acatadas por el Estado peruano so pena de quitarle su apoyo.
No estamos en la Edad Media, señores católicos, el Perú no debe someter su soberanía a los designios de ningún otro país. El Vaticano es un país-empresa, es un imperio religioso que extiende sus fauces en el mundo entero. Dinero no le falta. Ya están probadas las corrupciones y el lavado de dinero que realiza en su banco, además de la enorme cantidad de propiedades que posee en el mundo entero, joyas y obras de arte. Si los católicos desean hacer obras de “caridad”, que demuestren que lo hacen sacrificando sus bolsillos, no los del prójimo que no tiene nada que ver con ellos.
Los números son importantes para los políticos, por lo tanto, también para Cipriani. Él sabe muy bien cómo manejar la presión sobre el gobierno y se aferra a la larga lista de bautizados para evitar que políticas de salud y educación prosperen.
La Apostasía permitirá que los números sean reales, por eso es conveniente no solo para los ateos, sino también para los evangélicos, musulmanes, testigos de Jehová, etc. Se trata de un paso más para la independencia real del Perú.
Yo prefiero que el dinero que el Perú regala a los funcionarios del Vaticano sea invertido en la educación y la salud de los peruanos, ¿y tú?