JASON DAY Y EL LABERINTO DE LA IGLESIA
Cuando encubrir la pederastía es una ley
Toda verdad pasa por tres etapas: primero, es ridiculizada, segundo, sufre violenta oposición, finalmente, se acepta como evidente.
Un niño confía en un adulto y el adulto sabe que el niño confía en él, por eso está casi seguro de que caerá fácilmente en su trampa. El adulto sabe también que lo que desea hacer no es correcto, por eso planifica todo para evitar ser descubierto.
El adulto conoce al niño, lo ha estudiado, porque es su objetivo. Cada paso lo ha planificado. Cuida con suma precisión cada detalle. Incluso ha pensado en qué hacer si es descubierto o si el niño se resiste.
El día y la hora planeada, se acerca al niño y lo aleja de todos con un ardid. La mayoría de las veces, el niño no sospecha nada. Él extiende un poco más sus redes: comienza la manipulación psicológica. El niño se enfrenta a una duda sutil, el adulto sortea este obstáculo afirmando su amistad. El niño no soporta la tensión y cede. El adulto ganó una víctima. El niño sufre.
Siguiendo con su plan, otro día ataca al niño. El niño se resiste y encuentra una nueva manipulación psicológica del adulto. Esta vez, el adulto amenaza. El niño teme. El adulto gana otra vez.
No siempre el círculo se rompe a tiempo, a veces nunca. Pueden pasar años y el niño se convertirá en adulto, pero una parte de él quedará estancada en esos momentos. Por eso es muy difícil que un adulto confiese que de niño sufrió violación sexual: cada vez que lo recuerda, se vuelve niño. Requiere de mucho esfuerzo confesarse a sí mismo lo que pasó: la culpa y la vergüenza corroen al adulto-niño.
Es fácil pensar que el niño pudo haber avisado, pero no se tiene en cuenta el trasfondo psicológico.
Jason Day-niño pudo evitar caer en las trampas del cura pederasta, felizmente. Pero en lugar de dedicarse a investigar quién pudo ser el perpetrador de ese intento, la Iglesia ha optado por acusarlo y difamarlo. Inconcebible para una persona normal, pero frecuente reacción de la Iglesia. Es su modus operandi. Lo ha hecho así mucho tiempo y ya sabe cómo proceder.
Crimen sollicitationis es un documento aprobado por el Papa Juan XXIII en 1962. Instruye a los curas y monjas a “guardar silencio” en el caso de que se denuncie a un sacerdote por pederastía.
Tan solo el nombre del documento (“Delito de solicitación”) es un indicio de la manera cómo la Iglesia aborda este delito. No, señores de la Iglesia, los curas pederastas no han “solicitado” nada al niño, sino que lo han violado sexualmente y para ello han tejido una telaraña de manipulación psicológica que ya de por sí constituye un delito.
El Papa Juan Pablo II -sí, el mismo que próximamente será santo- avaló el documento. Joseph Ratzinger, entonces cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (actual nombre de la Inquisición), el 2001 envió a todos los obispos católicos una carta que incluía mayores detalles sobre cómo encubrir a los sacerdotes pederastas.
En febrero de este año, Kevin Annett denunció la articulación entre la Iglesia Católica, la Iglesia Anglicana y la Corona Inglesa para encubrir la pederastía de los sacerdotes. Annett es buscado por la policía y muchos de sus compañeros ya están presos.
En los casi 1700 años que tiene la Iglesia Católica, ha cometido innumerables crímenes de los que ha quedado limpia por sus contactos con el poder. Mientras que los Estados no sean verdaderamente laicos, continuará esta situación.
Entre los católicos hay innumerables personas bienintencionadas que repudian la pederastía, pero sus líderes la encubren. Contra esos líderes que aprovechan el poder que le otorga el autoproclamarse enviados e intercesores de su dios, elevo mi voz.
El Estado Laico garantiza que ninguna religión tendrá el privilegio de esconder sus delitos; mientras tanto en el Perú, el Concordato somete a nuestro Estado a las leyes del Estado Vaticano.
Que la voz de Jason Day sea escuchada es una necesidad moral en nuestro país, él es la voz de quienes o han sido o pudieron ser ultrajados por sacerdotes cuyo máximo castigo otorgado por la Iglesia es cambiar de parroquia.
Que la mirada sesgada de este caso sea de la propia Iglesia, es esperable; pero lo que atenta contra toda ética es ese mismo sesgo en algunos medios de prensa que deberían buscar la verdad en lugar de encubrirla.