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ERES ATEO HASTA QUE ESTÁS A PUNTO DE MORIR

EL MIEDO A LA MUERTE

Es más cruel temer a la muerte que morir.

Publio Siro (Siglo I AC-?) Poeta dramático romano.

Publicado: 2014-02-16


Cada vez que converso o debato con creyentes, tarde o temprano me espetan que los ateos decimos que no creemos en dios hasta que estamos en una situación grave, como el riesgo de muerte.


Yo he estado a punto de morir, en realidad a treinta minutos -según el médico-, pero felizmente llegué a tiempo para que me operaran. Yo no sabía que estaba muriendo lentamente.

¿Qué sentí? Paz. Eso fue lo que sentí. No necesité examinar mi vida, no necesité hacer una introspección buscando descifrar mi vida y mi comportamiento. Solo tuve una sensación agradable de paz.

Y no es que sintiera paz porque me iba a un lugar mejor. No. Yo ya era atea más de diez años antes. Sentí paz porque no había nada en mí que me intranquilizara. No sentía frustración ni odio, ni la necesidad de reconciliarme con nadie.


No es que me considere perfecta, todo lo contrario. Conozco mis más profundas debilidades y reconozco que he hecho algunas maldades; pero estar a un paso de la muerte me permitió ver que no había hecho nada atroz.

Tampoco es que no tenga aspiraciones o metas. Tengo muchísimas y en ese momento también las tenía. Solo que desde mucho tiempo antes estuve consciente de la finitud de mi vida y que al morir cada uno deja mil cosas inconclusas y que es una utopía pensar que eso nunca sucederá. 


La certeza de morir no me entristece. Tampoco es que desee morir. No. Como -imagino que a todos- la muerte no me gusta y mi cuerpo la rechaza, pero la certeza de ella es para mí tan natural como la certeza de que tengo vida.

No requiero de un consuelo post mortem. Tampoco de una amenaza. Estar segura de que moriré me ayuda a centrarme, me permite aclarar la mente y no dar mucho tiempo a la tristeza, al dolor, al odio, a la ira. Me ha llevado a concluir que la mejor manera de pasar mi vida es no hiriendo a los demás y tratando de hacer la vida un poco mejor para todos.

La certeza de que moriré me ha decidido a hacer activismo en favor del Estado Laico, pues según mis convicciones es el mejor escenario para desenvolvernos como humanos.

Sé que es muy probable de que no viva lo suficiente para ver que mi Perú y mi Latinoamérica -mi patria grande- será laica, pero sé que los pequeños pasos que dé tienen algún valor en ese sentido.


No creo en la inmortalidad ni la necesito. Estoy feliz con el tiempo que tengo de vida, así ese tiempo acabe mañana. No me intranquiliza ni me desespero, porque estoy dando lo mejor de mí -o por lo menos lo intento- en cada instante de mi vida.

Me han dicho que mi activismo entraña una oculta e inconfesada necesidad de inmortalidad. Pues tal vez, pero sé que esa inmortalidad no es eterna y que acabará tan pronto mueran los que supieron algo de mí. Y el olvido tampoco me entristece. Sé que soy polvo de estrella, no tengo alma, no soy inmortal. Asumo mi condición de polvo de estrella y la utilizo para vivir.


Escrito por

Doriss Vera

Literata y educadora


Publicado en

LAICISMO

Un Estado Laico garantiza la libertad de creer o no creer en uno o más dioses y que ninguna religión determine el futuro de todos.